sábado, 14 de abril de 2007

Chesterton n.3: Aleix Vidal Quadras

Comenté en un post anterior que me llamó mucho la atención el artículo que publica Vidal Quadras en el número 3 de Chesterton. Extracto ahora alguno de los párrafos más sobresalientes, a mi juicio, del artículo.

"El nacionalismo y el liberalismo son doctrinas en conflicto en sus mismos fundamentos. Los nacionalistas son comunitaristas y consideran que cada ser humano pertenece por nacimiento o adscripción a un único colectivo definido por elementos raciales, lingüísticos, históricos, religiosos, geográficos o culturales, y que es la integración en dicho grupo la que proporciona al individuo su identidad principal, la que articula su personalidad y la que da sentido a su existencia. Los liberales, en cambio, ponen el énfasis en valores universales que todos los hombres y mujeres pueden compartir con idenpendiencia de su lugar de nacimiento, creencias escatológicas, idioma, color de piel o relatos sobre su antepasado común. El nacionalismo es, pues, intrínsecamente particularista y el liberalismo, inequívocamente cosmopolita".

"Las democracias liberales no se hacen la guerra entre sí, mientras que los conflictos nacionalistas han causado a lo largo de los dos últimos siglos auténticas carnicerías con un saldo de centenares de millones de víctimas".

"El método habitual de alcanzar la verdad a través del consenso se invierte y los nacionalistas politizan la epistemología, es decir, en vez de que la verdad sea el fin y el consenso el medio, la verdad pasa a ser el medio para que cristalice la unidad de pensamiento y de acción el el grupo. Primero se postula la verdad y posteriormente se exige la convergencia de las voluntades y de las mentes para asumirla y sostenerla, generando así un discurso político patológico que amenaza la pluralidad interna de la sociedad o la relación pacífica con otras naciones".

Lo dije y lo repito: vale la pena comprar la revista aunque sea por este artículo. El análisis de la razón de ser del nacionalismo, cómo se genera y cómo se impone, realizado como en este artículo, sin ningún tipo de dogmatismo ni agresividad intelectual, ni en el fondo ni en la forma, me parece, sencillamente, soberbia. Debería incorporarse a los manuales de teoría política como lectura obligatoria.

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