jueves, 14 de junio de 2007

Dilbert

Es uno de mis iconos preferidos. Un ingeniero metido en una empresa de locos, al estilo de Cámera Café. Es Dilbert, de Scott Adams. Un sentido del humor fino e ingenioso, a veces complicado de entender, quizás por defecto de la traducción. Sus tiras cómicas diarias se pueden encontrar en la página web oficial.

Como ejemplo, la tira del 10 de junio (hay que tener en cuenta que tardan unos siete meses en traducir la tira original). Ideal para todos los que nos hemos visto en proyectos similares. Buenísima.

Carrillo

Está gagá. Definitivamente. Lo que hay que hacer por mantener la pensión... este presunto estadista, que es uno de los principales beneficiarios del olvido de las barbaridades de la guerra civil, en uno y otro bando, consecuencia de la transición, se dedica ahora a pontificar desde su prostático púlpito sobre lo que se parece la derecha española actual, y no tiene otra ocurrencia (quizás motivada por la ya evidente falta de riego sanguíneo en su cerebro) que decir que "se parece demasiado a la derecha del 36". Hay que tener poca vergüenza para soltar tamaña barbaridad sin inmutarse, o tener que pagar demasiados favores, no sabría decir exactamente qué sería peor. Porque resulta paradójico que un tío que nunca ha tenido la menor intención de propiciar una investigación que delimitara claramente su participación en el genocidio de Paracuellos, siquiera para limpiar su nombre de insidiosas imputaciones, diga ahora, con la Ley de Memoria Histérica (sí, sí, con e acentuada) calentita, que los que no comparten sus ideas son "fascistas"; es una muestra más de que el comunismo, disfrazado de euro o de lo que quiera, es la manifestación más completa y refinada de fascismo, aquí sí utilizado con total propiedad. Es la clásica hermenéutica de los partidos marxistas: si no estás conmigo, eres un fascista. Es imposible la contradicción ideológica. Es tal su concepción absoluta de la verdad. Sólo se obtiene como respuesta la eliminación del enemigo, en el mejor de los casos a través de "cordones sanitarios" y similares, y en el peor, la eliminación física. Como en Paracuellos mismo.

Podría hacer un último favor a España: callarse. Y si es definitivamente, mejor.