lunes, 3 de septiembre de 2007

De Rosa Díez

Tengo constancia escrita en este blog de mi admiración profunda por la coherencia personal y política de Rosa Díez, especialmente en esta fase especialmente extraña que atiende al nombre de zETAp. De ahí que esté absolutamente perplejo con la decisión que ha tomado. No la de abandonar el PSOE, cosa absolutamente normal considerando cómo se las gastan los aparatos de los partidos con los discrepantes o, incluso, con los meros opinantes. Me refiero a la decisión de incorporarse a una extraña y a veces paradójica plataforma como Basta ya, tan extraña y paradójica como su cara visible, Fernando Savater (cuyo apellido, traducido del catalán, y probablemente con una pequeña falta de ortografía, sería "zapatero", curiosamente... a ver si van a ser primos...). Carece de sentido romper con la formación política en la que milita hace 30 años, como consecuencia de su imposibilidad para asumir el nuevo modelo territorial que quiere imponer y la deriva que ha tomado en su política antiterrorista, e incorporarse a una plataforma pseudo cívica, desde donde no podrá poner en práctica su estrategia política, salvo que se transforme en partido político. Y aquí radica la parte más complicada de entender, porque esa nueva formación arañaría algunos votos al PSOE, pero sobre todo de gente que no iba a votarles y que, probablemente, podría dar su voto al PP. Con un resultado tan ajustado como el que se puede dar, cualquier dispersión del voto es mala, y aunque no arranque buenos resultados, que no lo va a hacer, sí puede restar votos importantes para determinar algunos restos y algunos escaños que sean decisivos. Por tanto, es mala la decisión porque, a la larga, acaba beneficiando al PSOE. Es mala porque dispersa el voto de los que están en contra de las impresentables políticas zapateriles. Es mala porque oculta que, en estos momentos, el PP es el único partido que se muestra indudablemente coherente en su concepción de la unidad territorial. Es mala, en fin, porque puede generar un indeseable efecto llamada en determinados colectivos, léase una escisión de Ciutadans o algún francotirador del PP, sin gran relevancia política ni social, pero que inciden en el mensaje de falta de liderazgo de Rajoy.

Lástima de decisión. Con lo bien que hubiera venido un apoyo, desde el exterior, a la política de Rajoy, que hubiera sido importante para sumar, va y resta.