jueves, 31 de agosto de 2006

Vuelve el basket

Por fin, después de muchos años (seguramente desde la plata de Los Angeles 84), la gente vuelve a hablar por la calle del basket. La selección engancha, en un movimiento simétrico al desenganche que motiva la de fútbol. Lo mismo que pasó en el 84, igual. Ahí veníamos del desencanto del mundial de fútbol del 82, y el basket consiguió su gran hito. Mi rodilla aún me permitía jugar, pero nos hacemos viejos... La realidad es que, durante algunos (pocos) años, el monopolio del fútbol compartió protagonismo con unos tíos que se ponían en canzoncillos delante de gente a meter pelotitas por un aro. Cómo suenan todavía los nombres de Corbalán, Fernando Martín, Epi, Iturriaga, Romay, De la Cruz, Solozabal, Llorente (qué injusticia con Creus y Costa), Beyran, Jimenez, Arcega y Margall. Cómo madrugamos (nos escapamos del campamento de verano) para ver cómo aplastábamos a la Yugoslavia de Petrovic. Luego, fuimos decayendo. Alguna alegría puntual, en algún europeo, la muerte de Fernando Martín, la retirada de los grandes genios... Hay que darle también su punto al descubrimiento de la NBA, justo en el tiempo de los grandes duelos entre los Lakers del showtime (quien no recuerda a Magic, Scoot, Worthy, Rambis, Kareem y Cooper, dirigidos por el renacido Rilley) con los Celtics (también inolvidable D.Johnson, Ainge, Bird, McHale y Parish).

Ahora vuelve la fiebre por el basket. La selección ilusiona, hace basket del bueno, tanto en defensa como en ataque. Personalmente, no confiaba un pelo en Pepu, me parecía un entrenador mediocre, sobre todo frente a Pesquera, que es un tío estudioso al milímetro del basket como nadie, dudaba (sigo haciéndolo...) de su lectura de los partidos, pero tengo que admitir que me equivoqué, que ha conseguido formar un equipazo, no por los nombres convocados, sino por la variedad de juego que ha transmitido. Y, para la lectura, tiene a dos genios: Chichi y Vecina.

Qué nos queda para el oro?. Nada, poca cosa: Argentina y el ganador de Usa-Grecia. Por partes. Argentina: todo espíritu, todo coraje, actuales campeones olímpicos (cosa de los cruces) y subcampeones mundiales (con robo por Yugoslavia incluido). Ahí es nada. Imbatibles?. Ni de lejos. Carencias?: centímetros y sangre fría. Sistemas cogidos con alfileres. No me convence. Les ganamos claro en dos partidos de preparación, y no por estar más rodados, sino, precisamente, por eso, porque nuestro juego está mucho más elaborado, tiene muchas más alternativas. El día que a Scola se le va la olla (y se le va mucho), y se carga de personales en el primer cuarto, queda Oberto (del club de Geppetto Brothers), y nada más por dentro. Por fuera, Manu, que es un crack, está claro. Pero para eso está la variedad de las defensas de los nuestros. Y su coach, flojito, flojito, flojito...

La otra "semi". Todo el mundo da por ganador a los Usa. Vale. Pues a ver cómo se entienden contra unas defensas llenas de trampas por todos los lados de los griegos. Ganas de verlo, oiga. A ver qué se inventa el amigo K. Van a sufrir como perros. Los griegos hacen un anti basket, el espectáculo es lo último, pero están ahí, y no hay quien les meta 70 puntos. No se rinden jamás. Es verdad que no hacen puntos ni al arco iris, pero los yankis no son, precisamente, un dechado de virtudes en defensa. Así que, de paseo militar, nada de nada.

Los nuestros, a lo suyo. Gasol, a medio gas, lleva 21 puntos, 9 rebotes y 2,3 tapones... de qué me suenan esos números?. Joder, claro, los mismos que este año en temporada regular!!!. Máquina total. Balones dentro, que los pivots argentinos son 7 cms. más bajos. Si le hacen un trap, Navarro desatasca. Muy abiertos para permitir las entradas de Calderón, que desborda al que se ponga por delante en el uno contra uno. Freno a los triples de Garbajosa, que no está para muchos trotes. Los demás, a su curro. No va a ser fácil, pero es más que posible. Y el domingo ya pensaremos en el de la final. Que espero sea con los yanquis, porque los griegos son jodidos como ellos sólos. Tortura de equipo.

Gracias, chicos, por devolvernos la ilusión.

Por cierto, genial Montes y su peña. Es que el basket sí es lo suyo.