Había dejado de escribir. Se me amontonaba la tarea, no me divertía ya seguir con el blog, no sé, es la misma reflexión que ya hice hace algún tiempo... pero lo de hoy exige una entrada, a la fuerza. Y es que Alicia en el País de las Maravillas no deja de ser un cuento, pero los muertos los ponemos nosotros, son de verdad, no quedan en la imaginación de un tipo abyecto y miserable, no, están en la realidad de las familias, de las víctimas... El inmoral uso que ha hecho zETAp de la negociación y entrega a los terroristas le ha estallado, a él sí, aunque en sentido figurado, en sus morros contritos y artificialmente crispados. Sin embargo él, bien escoltado, no tiene nada que temer. Pero para mucha gente vuelve el pánico. Vuelve la vida con escoltas, vuelve la obsesión de quién tienes detrás de la espalda, vuelve el tener que tirarse al suelo para ver los bajos del coche. En fin, vuelve la situación normal de anormalidad en la que se vive en muchas zonas de España, en un estado de excepción permanente, ahora reforzado por la vuelta a las instituciones de los terroristas, gracias, una vez más, a la ceguera, miopía o, simplemente, soberbia estulticia, del peor presidente del Gobierno de la historia de España.
Si hay algún muerto, los culpables son, únicamente, los que asesinan. De eso no cabe duda. Pero hay otro tipo de responsabilidades. Responsabilidad por desmantelar las fuentes de información que, durante muchos años, se infiltraron en la banda terrorista y permitieron que se le machacara. Responsabilidad por desmantelar los instrumentos jurídicos que posibilitaron la exclusión de los asesinos de las instituciones y su acceso a los presupuestos públicos. Responsabilidad en la utilización sectaria de la Justicia, dejándola a la altura del cieno y consiguiendo que los ciudadanos acaben de perder la confianza en la misma. Responsabilidad en romper el consenso básico con el PP, materializado en un Pacto Antiterrorista que él mismo propuso y firmo. En suma, responsabilidad política que debería de llevar, sin ningún tipo de demora, a su exclusión definitiva de la vida política, bien por una moción de censura, bien por la exigencia de responsabilidades penales, si las hubiera. No puede quedar impune tamaña felonía.
Ahora reclama unidad en torno al Gobierno. Está bien eso. Es quien debe de liderar, legítimamente, la lucha contra el terrorismo, y no en el único partido de la oposición, como hasta ahora. Es quien debe de aplicar todo el peso de la ley sobre los terroristas y sus acólitos. Es quien debe de utilizar los instrumentos que permite el ordenamiento jurídico para que desaparezcan de la vida pública, y quien debe de velar por la aplicación estricta y sin interpretaciones vagas del mismo. Ahí debería encontrar al PP, a pesar de las inmensas deslealtades, insultos, vejaciones y cordones sanitarios. Pero los españoles no debemos dejar pasar la oportunidad de expresarle democráticamente lo que tiene que hacer: irse a la puta calle.
Ganas tengo de leer mañana a algunos articulistas de esos que defendían con entusiasmo casi orgásmico el "proceso". Y ganas tengo de ver al juez Garzón. Y a Cándido.
Pero, repito. Los muertos los ponemos nosotros.
Hoy es un día triste.
