martes, 19 de septiembre de 2006

Cayucos


Impresionante la imagen de hoy. Recuerda a los peores tiempos de la trata de esclavos. Tirados en el suelo, hacinados, con la mirada perdida, extraviada, aterrorizados, desamparados... a esto es lo que ha llevado la locura de zETAp y sus secuaces en otro tema clave: la inmigración. No dan una, qué bárbaros. Cada una de estas imágenes, cada uno de los cayucos que llegan a tierra, cada uno de los cadáveres que aparecen flotando en las playas canarias de inmigrantes que han perecido en el intento de llegar a la tierra de promisión, son miles de votos que se le van al bobo solemne por el agujero del retrete de su concepción política. No es que haya sido lamentablemente torpe, es que es una política inconsciente, ilógica, apartada totalmente de los elementales criterios que maneja la UE respecto de este fenómeno, que está cualquier cosa menos contenta de la política adoptada. Buscando la jugada antológica electoral (es obvio que piensan que todos esos inmigrantes "regularizados"), están alejando cada día más a los votantes urbanos y progresistas que se movilizaron a su favor el 14-M, por la incalificable utilización de los atentados de Madrid. Y esos votantes le están dando la espalda por minutos. Es posible engañar a muchos una vez, o a uno muchas veces, pero está jodido eso de engañar a muchos muchas veces. Parece que ese perfil de votante, que es el que decanta el resultado electoral final, está abriendo los ojos a pasos agigantados respecto de la patraña que supone el (des)gobierno zapateril. Que detrás de esa impostura disfrazada de talante, se esconde, aparte de un bobo solemne (qué definición más grandiosa dada por Rajoy), un tipo peligrosísimo para la convivencia armónica y el futuro de España. Que va a dejar el patio, no revuelto, sino todo levantado, arrasado, destrozado y sin posibilidades de arreglo.

Que será, imagino, lo que pretende. Cargarse el Estado. Camino lleva.