lunes, 11 de junio de 2007

Acabó la entrevista.

Acabó la esperada visita, y de la primera valoración de lo que ha dicho Rajoy sólo puedo pensar que ha prevalecido su sentido de estado a lo que realmente quería y debía de haber dicho. No quiero ni pensar que lo ha vuelto a engañar con esa falsa sonrisa cosida a pespunte en una boca tan falsa como la "tregua indefinida". Prefiero pensar que ha primado su consideración del bien colectivo, que pasa por retomar el consenso entre ambos partidos para devolver a los asesinos a las cloacas de donde nunca debieron salir, y que ya habrá momento de exigir responsabilidades políticas, que, en cualquier caso, se dilucidan en las urnas. Salvo que haya penales, en cuyo caso entramos en una espiral demencial...

La cara de Rajoy en la foto es un auténtico poema. El contraste con la cara de bobalicón del presidente por accidente refleja nítidamente quién se toma en serio lo que está pasando y quién es un deslenguado montaraz que ha perdido todo contacto con la realidad.

Y, ahora, que le pongan rápido un bozal a Pepiño, no vaya a cagarla...