domingo, 12 de noviembre de 2006

Vuelta a casa

Se acabó lo bueno. De vuelta a casa, dejamos hasta otra ocasión la ciudad más bonita (salvo Valencia) del mundo, que sería ideal si no estuviera llena de franceses. 67 € de taxi llevado por un psicópata magrebí que se pasó el rato hablando por teléfono y cambiando la tarjeta de un móvil a otro, todo eso a 120 kms/hora. El aeropuerto de Charles de Gaulle es una auténtica ciudad, un monstruo, y la señalización no es precisamente ejemplar. Le pasa algo parecido a Les Halles, e incluso a buena parte de París: a lo mejor, en su momento, fué impresionante el salto de modernidad. Si eso no se mantiene y actualiza, queda cutre. Pues en el aeropuerto es eso llevado a su máxima expresión. Las medidas de seguridad nuevas, que son lógicas y razonables, no pueden generar más que colapsos, si no se pone más personal. Largas colas para el control de accesos, y una vez dentro, ni un cuarto de baño. Por lo menos el vuelo fue bueno, y aterrizamos en Valencia con 15 minutos de antelación, y un tiempo de primavera. Paellita en casa de los papás y de vuelta a casa.

En resumen: magnífico viaje, buen tiempo, bien de precio, muy bien aprovechado, inmejorable la compañía... Supèrbe!!!!