domingo, 31 de diciembre de 2006

¿Y ahora qué, imbécil?

imbécil.

(Del lat. imbecillis).

1. adj. Alelado, escaso de razón. U. t. c. s.

2. adj. p. us. Flaco, débil.
(Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua)


¿Y ahora qué hacemos con el "proceso"?¿Y ahora cómo le explicas a los ciudadanos y a las familias de los asesinados (sí, asesinados, no accidentados) que por entregarte a los terroristas, has bajado la guardia de las Fuerzas de seguridad del Estado, has permitido la financiación de los terroristas a través de la extorsión, has permitido su total libertad de movimientos, con la consecuencia que hemos visto?¿Cuánto vas a tardar en disolver las Cortes y convocar elecciones para que los ciudadanos podamos mandarte a casa de una patada en el culo, a tí y a la cantante de opereta bufa, y dejéis de abusar de la paciencia y el dinero público?.

El diccionario, siempre preciso, y en este punto más que nunca, por razones de oportunidad, define imbécil como indicamos arriba. Alelado y débil se presentó ayer ante los medios de comunicación, fingiendo la apostura de una falsa seguridad, pero exhibiendo realmente todas las vergüenzas del que se sabe pillado en la más flagrante mentira y torpeza que se recuerde. Si anteayer hacía un balance triunfalista de un año de rendición y felonía, ayer recibió una bofetada en su flaca cara (seguimos con la definición) de las que resuenan durante mucho tiempo. Le Monde lo clava: desmentido humillante para zETAp, por sus propios compañeros de viaje. Ridículo pasmoso a nivel mundial. El galáctico de la imbecilidad. Y mintiendo: todavía no ha reconocido la muerte de los dos desaparecidos, aunque parece que sí lo ha hecho a su país de origen. ¿Es que pretende hacerlos desaparecer también enterrándolos en cal viva?. ¿Para qué quiere ganar tiempo?

Pero, ¿realmente esperaba engañar a una banda mafiosa que lleva 40 años haciendo negocio del crimen organizado, sólo con su mirada de borrego degollado y las trampas de tahúr barato del Pepiño y RuGALcabra?. No, hombre, no, no hay que ser tan escaso de razón, o sea, imbécil. Su debilidad (o sea, imbecilidad), que tiene su fundamento en la forma de acceder al poder a través del mayor crimen colectivo de la historia reciente de España, de la que todavía no ha permitido que aclare la falta de implicación de sus compañeros de viaje, su debilidad, decíamos, está arrastrando a España a los momentos más oscuros de los últimos años. Y esto sólo se soluciona, en democracia, pasando por las urnas. Pero imagino que la sola perspectiva de arrimarse ahora al veredicto popular, después del ridículo espantoso de estos días, le debe de dar un vértigo incalculable. Es tanto el apego al poder que ha demostrado, es tanta la incapacidad demostrada, es tanta la soberbia disfrazada de un talante en el que ya nadie cree, que sabe que, en estos momentos, sería barrido por la indignación de millones de españoles que encontrarían en la máxima expresión democrática, que es el voto, la forma de librarse de esta maldita plaga.

Claro que es ETA quien tiene la culpa del atentado. Sólo quien mata tiene la culpa. No la tiene zETAp, aunque si no rompe la negociación de inmediato, y vuelve de inmediato al sentido común y les demuestra que la única esperanza que tienen que tener los asesinos mafiosos es ninguna, se convertirá en cómplice de la banda terrorista. Lo dice el editorial de hoy de El País. Pero esa misma filosofía debió aplicarse al Gobierno de Aznar cuando el 11M. No fué Aznar quien puso las bombas en los trenes, pero desde los medios del prisoe se alentó esa especie, confundiendo mediante la utilización de las cloacas del Estado tanto al propio Gobierno como a la opinión pública, llevándolos hacia el mayor error de los tiempos modernos. Ahora reivindican la inocencia pura del imbécil solemne en el atentado. Nadie se lo imputa, yo no lo he leido en ningún medio, ni en los más radicalizados. Sólo se le imputa eso, la imbecilidad en cualquiera de sus acepciones. El ridículo pasmoso en que ha incurrido en sólo 24 horas el presidente del Gobierno de España, para vergüenza de propios y ajenos. La soberbia infinita. El rencor con el que ha gobernado.

Zapatero, vete a casa. Si te queda algo de dignidad.

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